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Ucronías

Coto de unos pocos II

Coto de unos pocos II

Dado que es preciso alimentar del modo que sea la maquinaria puesta en marcha hace cosa de dos décadas, ahora algunas entidades bancarias se descuelgan con la genial medida de las hipotecas por plazo de cincuenta años. Es preciso facilitar que camine a toda marcha la supuesta locomotora de la economía, pese a que ésta, igual que en la película de los Hermanos Marx, necesite devorar los vagones que arrastra para andar.

Parece ser que se empiezan a escuchar ciertas voces que reclaman cautela, cuando no otras que vaticinan una debacle sin precedentes, pero la mayoría sigue apuntada al discurso de la "prosperidad". Desde luego es un curioso modo de entender la mejora de las condiciones de vida cuando, a este paso, la siguiente generación puede ser la primera que herede deudas en lugar de patrimonio, con lo que ello puede suponer de factor desestabilizador.

La conducta irresponsable de una parte significativa de los políticos, el empresariado y la banca, alentando sin descanso un mercado manipulado, artificial y de crecimiento desbocado a costa de impedir el asentamiento de una economía moderna y saneada, sólo merece el calificativo de socialmente criminal; sin embargo nadie se planteará ni podrá exigirles responsabilidades porque una buena parte de la culpa la tiene la masa de compradores que se ha lanzado como borregos a endeudarse hasta el cuello con primeras, segundas o terceras hipotecas, practicando además el discurso farisaico de clamar contra el incremento de los precios en tanto se frotaban las manos esperando sus plusvalías, bien engolosinados por el discurso económico dominante equivalente a decir "tonto el último".

Por otro lado, los atentados ambientales que se han venido cometiendo a causa del ritmo de crecimiento en la construcción de viviendas los estarán pagando generaciones de españoles, y de varias formas: parajes degradados, ocupaciones masivas de terrenos que bien pudieran haber recibido otras utilidades, empleo desaforado de materias primas, despilfarro energético, infraestructuras innecesarias o mal diseñadas y, para colmo, el "legado" de una arquitectura en su mayor parte deleznable, en especial porque los arquitectos bien poco han podido decir al hacerla, dejando bien claro todo ello para el futuro cuál fue el nivel cultural y la altura de miras de esta época.

Probablemente dentro de no muchos años estemos lamentando los inmensos recursos que ha devorado el sector de la promoción inmobiliaria, detrayendo inversión de otros que, a la larga, hubieran consolidado la economía y la hubiesen hecho más ágil. Pocos que dispusieran de recursos, y merecerían un aplauso por ello, se han planteado la alternativa de encauzar su renta o de solicitar crédito para adquirir bienes de equipo, mejorar procesos o promover la investigación. El recurso fácil estaba ahí y sólo la denominada captación de terrenos y el desarrollo de buenos contactos garantizaban recibir ganancias a manos llenas.

Lo triste del caso es que, una vez más, aquellos que partieron de situaciones de ventaja las mantendrán o incrementarán y que quienes se endeudaron por las promesas de ese nuevo capitalismo popular estarán atados por las hipotecas hasta más allá de su jubilación. A finales de los noventa se nos contaba la pamplina del crecimiento ilimitado y de la nueva economía basada en Internet, las nuevas tecnologías y los rendimientos bursátiles ¿alguien lo recuerda?

 

http://www.euroresidentes.com/libros/empresa/stiglitz_felices_90.htm

 

 

 

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