Haciendo camino
Me contaron, y alguna vez lo creí, que buscar y hallar para luego compartir ayudaba a ser mejor. Bien es cierto que algunas de las borrascas que nos va trayendo la vida se capean mejor en compañía, que acaso uno va aprendiendo a pactar y a hacer concesiones y ello mitiga el egoísmo; sin embargo a estas alturas me cuesta aceptar que de ese modo las cosas pudieran ser diferentes.
Arrastro tanto escepticismo que la sola noción de "asociarme" con alguien para el tiempo de vida que me quede parece un abismo mucho más negro que el de la soledad, que se va convirtiendo en algo tangible por cobrar una forma cada vez mejor definida. Confieso que tengo miedo pero más por esa hipotética pobre desgraciada más que por mí mismo. La seducción es probablemente la modalidad más grosera y dañina de mentira que he practicado. Si pienso en las veces en que he intentado, y logrado, convencer de que soy un individuo que acaso merezca la pena siento casi enfermar. La razón de ello es muy sencilla, la impostura trabajada con cierta habilidad acaba por caer y domina lo que realmente hay debajo: individualismo desbocado, frialdad emocional, cierta tendencia hacia la tiranía, ausencia de habilidades sociales y nulo recato a la hora de expresar hastío por ser acompañado.
Supongo que lo único que debo hacer es mostrar la coherencia suficiente y no embarcar a nadie en aventuras de ese tipo.
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