De aquí no me mueven
Que existan empresas que ofrecen todo tipo de formación y cursos es completamente normal.
Que haya un mercado potencial para ellas cada vez más importante es comprensible.
Ofrecer al público lo que uno puede dar para que éste decida parece la lógica imperante.
Ahora bien, que con fondos públicos en algunos casos se estén impartiendo cursos denominados como "estrategias de fin de mandato" o similares raya lo escandaloso. Si el político de turno desea permanecer en el cargo que sufrague él mismo su formación o se la costee el partido al que pertenezca.
¿Y qué decir de las famosas estrategias? Ahí van algunos ejemplos reales: "El plan de fin de mandato. Planifiquemos un final feliz", "Cómo planificar que inauguremos tres meses antes de las elecciones y no tres meses después", "Cómo organizar inauguraciones sorprendentes" y así más ejemplos, como el potencialmente patógeno "Promoción de valores e identidad" dentro del epígrafe "Estrategias de mando socioculturales y de participación ciudadana", por no hablar del insultante y vomitivo "El electorado tiene poca memoria:un buen fin de mandato hace olvidar lo malo anterior, un mal fin de mandato borra todo lo bueno anterior".
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