Sin rumbo
Miles de kilómetros en solitario, de una parte a otra y tantas veces cruzándome con quién sabe qué gentes anónimas. Me pregunto si alguno de esos desconocidos no lo era tanto y si dejará de serlo en algún momento de mi vida. Siempre queda un deje de melancolía al pensar en lo recorrido hasta la fecha y hay una cierta incertidumbre, otras veces desgana y en ocasiones incluso leve esperanza ante lo que resta por andar. Sin embargo me sigue resultando adictivo conducir sin rumbo, me aferro a ello en ocasiones con desesperación y en cierto modo es el medio modesto (y cómodo, ... y puede que cobarde) de remedar a un navegante solitario.
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