Desgraciada condición
Adolecemos de falta de comprensión acerca de la auténtica naturaleza de la maldad humana, pues en tanto se siga pensando que obedece a la irracionalidad y que se mueve en el terreno de lo incoherente no aprenderemos nada sobre ella. Cierto es que el ejercicio de la maldad puede ser repentino, vehemente e impulsivo, pero en su fondo subyace un sistema perfectamente lógico y bien trabado.
Es probable que no exista una manifestación de conducta más perfecta y elaborada y todo intento por rebajar su peso en el comportamiento humano tiene el inconveniente de la debilidad de las armas que se le contraponen. Schopenhauer concluía que somos una especie de condición tan desafortunada que incluso teniendo satisfechas todas las necesidades optaríamos por matarnos debido a puro tedio y no hay más que echar un vistazo en derredor para confirmarlo.
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