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Ucronías

Breve encuentro

Breve encuentro

Hace unos días creí ver por la calle a mi antiguo camello. Nunca me ha dado por las llamadas "sustancias prohibidas", pero como ignoro el fundamento del criterio para prohibir unas y que el Estado se lucre libremente con otras prefiero no distinguirlas. El individuo en cuestión era propietario de un bar de copas y acabé frecuentando a ambos por circunstancias que no vienen al caso. Recuerdo que aquel negocio era sumamente próspero y mi amigo, pues acabamos por serlo en parte gracias a sus muchas invitaciones, en una de tantas noches de exceso se ocupó de contarme con todo detalle el milagro de los panes y los peces que sustentaba el sector, multiplicando por quince o veinte el precio original de cada botella y, la verdad,nunca dejó de maravillarme el complejo conjunto de cambalaches y componendas que rodea el mundillo nocturno.

En aquel entonces estas cuestiones no me inquietaban, pero ahora no dejo de preguntarme por cuántos puntos de cociente intelectual acabé perdiendo merced a litros y litros de brebajes de composición incierta procedentes de aquellas botellas, muchas de las cuales sin duda habían recompuesto sus precintos una y otra vez, como parece que se hace en lugares donde la virginidad de las mujeres aún cotiza alto de cara al desposorio.

Ahora supongo que me he vuelto más escrupuloso o que soy más consciente de mis limitaciones físicas y mentales para asimilar tóxicos. Sin embargo debo admitir que me asaltó una cierta oleada de nostalgia envuelta en vapores etílicos y recordé que por aquel entonces quería hacer de epígono de Mathew Modine en "Blackout", infame película de Abel Ferrara, cuando literalmente se duchaba en alcohol, por dentro y por fuera, bebiendo a través de una cortina.

 

 

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