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Ucronías

Car crashes and other sad stories

Car crashes and other sad stories

El título no engaña, ni tampoco pretende hacerlo.

Aparecen en ese libro decenas de accidentes de automóvil, algunos de ellos brutales, y otras escenas sin duda bien calificadas de tristes.

¿Morbo? puede. ¿Oportunismo? el de un cazador de reportajes que, atento a las emisoras policiales, acudía con su cámara al escenario de crímenes y accidentes. ¿Regodeo en la sangre? no más que el ofrecido por cualquier telediario.

Impresiona pensar, sin duda, que esas imágenes corresponden a personas que en un momento dado, hace cuarenta y tantos o cincuenta años, se toparon de bruces con la fatalidad; sin embargo el tiempo y esa propia naturaleza en blanco y negro de las fotografías paradójicamente les ha hecho adquirir energía y diluir su verdadero dramatismo: son individuos lejanos, ausentes y desconocidos, ... mero polvo al fin y al cabo.

Y no sólo uno se deja impresionar por los cadáveres pues a veces basta con la expresión ida o estupefacta de quien acaba de salir bien librado de un topetazo.

Incluso se puede hallar belleza en esos mastodónticos Buick, Cadillac o Chevrolet irrealmente deformados.

Con todo me quedo con una imagen: la de ese enfoque desde el puesto del conductor de un vehículo; al frente un montón de chapa aplastada y en primer plano la aguja del velocímetro clavada en las noventa millas por hora a las que se produjo el impacto. Todo un testimonio de orgullo quebrado, de la caída instantánea de tantas falsas seguridades.

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