La ministra mejor asesorada del gabinete

La ministra de Vivienda, sí, ésa que anda sacando pecho merced a su criatura llamada Ley de Suelo (muy trascendente por cierto eso de sustituir "del" por "de"), parece gozar de un equipo asesor de primera.

Si hace unos meses, cuando la norma estaba en redacción, presumía acerca de que gracias a su iniciativa ya no se podría escriturar sin licencia de obras, ahora el texto definitivo está lleno de sorpresas. Ejemplo:

Artículo 19, párrafo 2º: "Tratándose de escrituras de declaración de obra nueva terminada, exigirán, además de la certificación expedida por técnico competente acreditativa de la finalización de ésta conforme a la descripción del proyecto, la acreditación documental del cumplimiento de todos los requisitos impuestos por la legislación reguladora de la edificación para la entrega de ésta a sus usuarios y el otorgamiento, expreso o por silencio administrativo, de las autorizaciones administrativas que prevea la legislación de ordenación territorial y urbanística."

Pues resulta que uno de esos requisitos para la entrega a los usuarios lo constituye la licencia de primera ocupación. Y da la casualidad de que en la práctica totalidad de las ordenanzas municipales de este país se exige, como es plenamente lógico para la correcta identificación del inmueble y a efectos de aplicación de fiscalidad sobre la riqueza urbana, la solicitud de alta en el Catastro. Y por otra peculiar casualidad el alta en Catastro exige la declaración de la obra nueva terminada, no la de obra nueva en construcción que es otra cosa. Debido a ello el Catastro está teniendo que flexibilizar sus criterios e inaplicar parcialmente su normativa, al igual que habrán de hacerlo muchos municipios, ya que de lo contrario no se podría cumplimentar correctamente el modelo de alta 902 al resultar imposible al Notario otorgar el protocolo exigible.

¿Cuesta tanto a la hora de redactar una ley estudiar con cierto detenimiento sus efectos sobre la normativa accesoria a ella?