Percepción viciada
Una de las perversiones de concepto introducidas por las sociedades declaradamente consumistas la constituye el propio embotamiento del consumidor a la hora de comprar.
Nuestro divorcio del origen y trayecto de los productos hasta que los compramos es clamoroso y cuando uno recorre los pasillos del centro comercial llenando su carro de la compra ni siquiera se plantea que las latas, frascos y cajas de precocinados derivan del proceso de transformación de productos primarios, no surgen ya envasados.
¿Cabe imaginar el desconcierto o el pánico que produciría una leve crisis de desabatecimiento como ruptura de la tónica de opulencia que vivimos? Las plagas, la pérdida de suelos, las cada vez más evidentes y radicales transformaciones del clima pueden ponernos en puertas de pérdidas puntuales o sostenidas en el rendimiento de las cosechas y de la ganadería a nivel mundial.
Por eso, entre otras medidas, es necesario empezar la catalogación y protección de los suelos con interés agrológico que aún están intactos, pueden ser reservas inestimables que no se pueden dilapidar y para ello poner coto a la depredación que sufren debido al urbanismo, al mal urbanismo, resulta obligado y urgente.
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