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Ucronías

Cuando despiertas sin quererlo

No existe equipaje más pesado que el de las noches de insomnio, los despertares inoportunos en mitad de esa nada hostil que es el descanso de otros mientras uno mismo se debate, intentando alcanzar de nuevo el territorio protector del sueño.

Pensar que alguna ocasión pudiera perder la capacidad de alcanzar ese refugio cada noche es tal vez lo que más temo. Puede que jamás me haya sentido más frágil y solo que dando vueltas y más vueltas en mi cama, asomándome por la ventana para sentir el frío nocturno y con la visión lejana acaso de la luz encendida de otro insomne, algunas otras veces vagando por las calles con el coche hasta amanecer.

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