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Ucronías

Sobre la dignidad

Fracasa quien tiene metas. Pierde quien luchó, acaso mereciendo la victoria.

Puede que haya más dignidad en el fracaso y en la derrota que en cualquier otra situación. Shackleton, por ejemplo, se eleva hasta la cima cuando persevera en su fracaso. Una y otra vez intenta conseguir sus objetivos y nunca los alcanza, se queda a las puertas o incluso más lejos pero él persiste y se encorajina. La muerte lo detiene en seco cuando se considera preparado de nuevo para una tentativa más, a pesar de sus años, incluso con su ya precaria salud, y pasa a consolidar su leyenda, a la altura o incluso por encima de quienes ganaron la carrera hacia el Polo.

¿Hay algún reproche que pueda hacerse a quien conoce fracaso y derrota, una y otra vez? Ahora tal vez no haya lugar para los que quedan atras. Se escucha la sandez acerca de que el segundo es el primero de los perdedores y el público ríe la gracia, la corea, se apunta a la ambición del liderato y busca compartir algo de él formando parte esa tropa rasa que disfruta idolatrando. Sin embargo el ganador es siempre lejano y altivo, no hay sino egoísmo y algo de afán exhibicionista de sus trofeos; es de diferente pasta al fracasado y al perdedor auténticos, que conocen el camino de la discreta retirada y buscan el silencio.

Ojalá hubiese aprendido alguna vez a fracasar y a perder, porque tampoco he conocido jamás lo que es ganar. Siempre he estado fuera, ajeno a la lid, sin fuerzas ni deseos y limitándome a recoger de cuando en cuando alguna migaja de tiempo y los restos de cualquier oportunidad que caían de donde está la lucha, el lugar en el que se forja, emplea y a veces hasta se agota el coraje.

 


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