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Ucronías

El proceso

Algunos encabezan un proceso público contra un escritor que admite haber servido durante la Segunda Guerra Mundial para el régimen nazi. Parece ser que el hecho de que quien se alistó fuese un muchacho de quince años es secundario, como parece serlo también que tal adolescente, como todos los de su generación, se había pasado desde el año 1933 recibiendo información machacona y sesgada para ser moldeado conforme a los deseos de ese régimen. Tampoco parece importar que en el año 1944 tanto ese chico como miles parecidos a él veían las tropas de dos bloques que habían sido objeto de su odio bien manipulado a las puertas de su patria, la cual les habían enseñado que era sagrada. Que se admita ese pasado con rubor y ejerciendo una dura autocrítica es también poca cosa.

Siempre existe confusión interesada en estos casos. ¿Reprocharíamos que un chico ruso de similar edad hubiese aceptado con entusiasmo su reclutamiento en junio de 1941? Sin duda no, pero en el fondo ello supondría también alinearse con otro régimen tan brutal y salvaje como el nazi, por mucho que Rusia fuese la agredida en ese caso. Tampoco se criticará seguramente a quienes hayan cometido tropelías, incluso ya dotados de un criterio más maduro, en cualquier rincón del mundo bajo el beneficio de cualquier causa bien bendecida pero, claro, hay que distinguir entre clases y existen quienes han adquirido la condición de santones y quienes no.

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