Venta por teléfono

Me telefonean a media tarde y una señorita de correctísimos modales y agradable voz se presenta como empleada del banco con el que habitualmente trabajo.

En unos minutos desgrana las ventajas del último plan de pensiones que ofrece la entidad.

Le respondo que se lo agradezco muchísimo pero que no me interesa, pues estoy suscrito a otro desde hace unos años.

Con educación me pregunta si puede saber con qué entidad he contratado, pues acaso pueda mejorar con el que me ofrece sus condiciones. Le respondo que hago mis aportaciones a "X". "Disculpe, no la conozco", me responde. "No es de extrañar, señorita, esa firma soy yo mismo", le dije, "mi plan se compone de un buen montón de libros y películas, cultivar la relación con un puñado de buenos amigos que de cuando en cuando sean capaces de soportarme y ser capaz de asumir sin conflictos que he elegido pasar el resto de mi vida en soledad; no necesito de más seguridades. ¿Cree que alguna compañía podría mejorarlo?"