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Ucronías

"Sábado".- Ian Mc Ewan

"Henry se coloca debajo de la ducha, una cascada potente bombeada desde el tercer piso. Cuando esta civilización se derrumbe, cuando los romanos, sean quienes sean esta vez, se hayan marchado por fin y empiece la nueva era de las tinieblas, esto será uno de los primeros lujos que perdamos. Los viejos acuclillados junto a las hogueras de turba hablarán a sus incrédulos nietos de que en mitad del invierno se ponían desnundos bajo chorros de agua caliente y limpia, les hablarán de pastillas de jabón perfumadas, de ámbar viscoso y líquidos bermellón con que se frotaban el pelo para dejarlo reluciente y más voluminoso de lo que era en realidad, y de gruesas toallas tan grandes como togas, extendidas sobre rejillas calientes".

Para los descendientes de Henry, puede que para el mismo Henry, se vaticina un apocalipsis parcial: se dará un derrumbe pero aún quedará ocasión para invocar la memoria de lo que se disfrutó. Sin embargo y por oposición a ese contexto lejano, aún sin materializar, Henry va asistiendo a acontecimientos que rompen su cotidianeidad y lo ponen al pié del abismo.

Se despierta en mitad de la madrugada y ve un avión en llamas sobre su ciudad, Londres, y piensa en lo que pasó a miles de kilómetros año y pico atrás; sin embargo se engaña, un temor conjurado. Después una discusión de tráfico, un incidente en principio banal, comienza a desencadenar la pesadilla en la que su pequeño mundo, repleto de satisfactorias seguridades, queda al borde del colapso y para defenderlo fracasan las estrategias sutiles del hombre civilizado y el sentido de clan juega todo a una carta en un arranque de violencia que resulta exitoso.

Como en "Amor perdurable" la enfermedad juega un papel esencial en la trama y condiciona los actos de los personajes, tanto de los que la sufren directamente como de los que no. El hombre enfermo se convierte en la anomalía, es el elemento perturbador, irracional e inquietante.

Lo cotidiano se ve convulsionado, la firmeza de la rutina se agrieta. Hay una amenaza que se hace dueña de la situación.

 

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